LA ISLA

 

Algo se respira a lo lejos que parece la muerte rondando; parece como si el viento trajera de lejos lamentos, como si los humanos estuvieran sufriendo.

Pero yo voy avanzando por la nieve y a mi lado llevo a mi hijo. Tres días de camino nos han debilitado; y aunque mi otro hijo ya murió, este, al menos, quiero que viva.

Aves, de vez en cuando, pasan por lo alto, y los pingüinos cada vez más escasos parecen desaparecer como los lobos marinos que tampoco ya veo.

Los lobos de nieve son cada vez menos, parece que los animales han oído el llamado y se preparan para retirarse. Los vientos no han dejado de azotar y los hielos se derriten cada día mas.

Los hombres de donde vienen los lamentos, algo malo han hecho que el mundo ya los quiere despoblar. Su gobierno no ha sido sensato, así que, si los recursos ya se están acabando, se acaban ellos también pero antes nosotros…

Ya no hay bosques llenos ni selvas plenas como antes, solo silencio en donde antes había animales y desierto donde antes había abundancia….

Pero yo sigo conduciendo a mi hijo por el camino y de pronto, hemos llegado, al fin, al hielo. Los hielos, para que sepan, se están derritiendo, no habrá después donde posarse para nosotros, acabaremos en las aguas congelados, el calentamiento no ha tenido pena con los vivos.

Y se cierne sobre toda criatura como un halo extraño, un halo a incertidumbre, a cercanía de desastre próximo, a apocalipsis, a final de todo…

Todo se vuelve oscuro en un mundo en donde en realidad jamás hubo luz.

Y para llegar hasta el otro tempano de hielo, me lanzo al mar junto con mi hijo, el que sobrevive aun, porque el otro, el que se murió, a ese nos lo cominos, porque débil, no soportó el frio, y desesperados, nos lo devoramos. Y para que no nos agarre tan débiles otra vez el hambre, me arriesgo de una vez con mi sobreviviente hijo a lanzarme a las aguas para ver si llegamos hasta la otra orilla vivos.

Todo se vuelve oscuro, donde antes hubo vida, ya no hay, donde antes animales, extinción nada más….

Con la última fuerza que me quedaba arrastré a mi hijo al próximo hielo que había, y creo que cumplí ese afán mío, porque el ya encima, yo ya muerto, me arrastró, me arrastró arriba; y fui su ultimo alimento hasta donde, hasta donde pudiera aguantar su cuerpo…

 

Mi osezno hijo, puede sobrevivir, si llega hasta la isla…

 

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