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  POR ESO ERAS TAN FLUíDO “En honor a Javier Marías”   Yo sé tú secreto…   A mí no me puedes engañar, yo sé tú secreto.   Cuando te ponías a escribir, lo encendías. Y hacías click.   Yo lo sabía,   pero nada decía. Solo venia; entraba a tu departamento; y limpiaba la casa.   Siempre ahí estabas viéndome. Pero, ojo, nunca me tomaste…   Yo sé tú secreto.   Aunque nadie lo sepa, yo sé porque tu prosa es fluida, porque a veces tu voz estaba ronca.   Yo lo sé.   Escúchame,   ese pájaro que ahora canta y que sin duda te acompañó cuando te fuiste al cielo fue el mismo también que me vio cuando una vez que fui a tu departamento a limpiar,   tu no parabas de hablar. Y no paraste porque hasta el baño te entraste.   Yo lo sé.   Habías hecho el clik;   y ya no podías detenerte.   …Jajaja   Me hubieras contratado como tu asistente pues. Me remangaba las piernas para ti; Pero tú, nada. Solo mirabas,   y

LA ISLA

  Algo se respira a lo lejos que parece la muerte rondando; parece como si el viento trajera de lejos lamentos, como si los humanos estuvieran sufriendo. Pero yo voy avanzando por la nieve y a mi lado llevo a mi hijo. Tres días de camino nos han debilitado; y aunque mi otro hijo ya murió, este, al menos, quiero que viva. Aves, de vez en cuando, pasan por lo alto, y los pingüinos cada vez más escasos parecen desaparecer como los lobos marinos que tampoco ya veo. Los lobos de nieve son cada vez menos, parece que los animales han oído el llamado y se preparan para retirarse. Los vientos no han dejado de azotar y los hielos se derriten cada día mas. Los hombres de donde vienen los lamentos, algo malo han hecho que el mundo ya los quiere despoblar. Su gobierno no ha sido sensato, así que, si los recursos ya se están acabando, se acaban ellos también pero antes nosotros… Ya no hay bosques llenos ni selvas plenas como antes, solo silencio en donde antes había animales y desierto don

TARJETA VERDE NAVIDEÑA

  Despacio como una serpiente, astuto como un ratón, Papa Noel logró ingresar hasta la sala y el comedor,  “¿estará en la lista el muchachón ?”. ¿ estará  Ramon en la lista del barbón ? ¿Quién  lo sabrá ? En esto, el perro ladró y alertó al pequeño que, habiéndose quedado dormido, al sentir que alguien estaba en su sala, sentenció:   -       ¡Es Papa Noel! Y al acto, entonces, como empujado por un espíritu inmortal, llegó a la sala de un salto. Vio, en efecto, ahí, al Señor de la Noche Buena, al Rey de la Navidad, al mismísimo Papa Noel    -       Ho, ho, ho – rio el gigante gordiflón.   Y al instante, colocó al árbol de navidad junto  el regalo para el muchachón.    antes, sin embargo, de irse ya y justo que se despedía, recordó, de pronto, Papa Noel, el protocolo de la OMS, el que era necesario para que todo vuelva hacer como antes.    Sacó entonces de sus brazos un aparato de medir tensión y se lo colocó en la frente al pequeño, que se dejó nada medir tranquilo.   -

CANTO DEL ALMA

  En el primor de un verano claro, se iluminaban por la luz del día, las flores. El cielo mismo tan flameante entonces revoloteaba con un fondo no azul sino anaranjado porque se acercaba el crepúsculo. El mismo firmamento tan bello, traslucía, y avanzando con mi caballo… yo cantaba. Entonces el viento me soplaba tibio y fresco a la cara;  era refrescante ver como el paisaje tan lozano en mi delante, aparecia para calmar mis ansias. Todas las almas eran buenas, todos los pajaros volaban, pero sin alas se respiraba tambien una paz que solo da la oracion al creador y estos escenarios de esplendor.  no buenas como antes, sino que unidas más que nunca, unas con otras, destilaban dicha. Así, entonces, destilando dicha entre alma y alma, resultaba una especie de plácida calma. Obvio era muy exquisita su bonanza. Cuando caminaba por los jardines de la pradera, unas como mariposas que de ahí volaban, me rodeaban; y hasta en veces de travieso corría yo solo para ver si acaso estas me alcanza

PASEO DE VERANO

  Es como si una luminosidad me bañara; como si una magia echa luz me sobreviniera.  Ver la Luna desde aquí no es como verla en otro sitio; v er la Luna desde aquí es como sentir, de verdad, a la Luna. Cuando salgo a medianoche, el viento me hiela el alma; pero al imaginar la recompensa, sigo adelante entonces.  Mis versos, los que escribo ansioso con un lápiz se escriben solos.  Es como si mi alma ávida de difluirse emanara al natural sus sentimientos y las plasmara en papel con lapicero.  La graciosa perra que también me acompaña, me persigue ágil conforme yo ando en bicicleta. Y a mbos entonces paseamos níveos bajo la Luna llena.  Mañana, al clarear, por supuesto, me levantaré primero y con mi perra, de nuevo, iremos al mercado.  Unas monedas en el bolsillo entonces justifican una suculenta y sabrosa hamburguesa.  Yo le he dado la mitad a la perra. Y e lla lo ha devorado todo como la bestia que era.  Cuando el sol ha salido a eso como del mediodía mas o menos, yo he visto como el 

EL CONCEJO

  EL CONSEJO     El breve resuello de un viejo ventilador removía brevemente la bastante sutil telaraña que, en medio de una ventana de acero, era testigo de mi primer movimiento, de ese que necesitaba para levantarme. Una extraña voz en mis adentros me decía: “no, no podrás hacerlo, estas vencido, detente, acuéstate”. Pero yo, que no quería rendirme, me puse de pie de nuevo y poniéndome tres chompas encima, respiré. Entonces un extraño murciélago pasó por las afueras, y si digo que fue un murciélago fue porque realmente vi su silueta y ella realmente figuraba a la de un roedor volador. Yo veía solamente a la Luna, y ella se aclaraba desde unas tenebrosas nubes blancas que en un cielo azul oscuro me decían que la noche iba ser tétrica como el momento en que por fin me puse de pie, y empecé a trotar. No había bebido nada, no había tomado pastillas ni nada, solo eran mis ganas y esas antiguas palabras de mi abuela que me decían: “calor, el calor mata cualquier enemigo...” Y, as

LA FE ETERNA

  Yo servía. Y creo que ella sufría en su alma. La veía que reía, pero su risa no era risa; era llanto. Yo notaba que sus ojos se agrandaban. Al final, era el desencanto. Su nombre era Milagros y trabajaba conmigo. Yo era mozo. Ella una fichadora. ¿Qué es una fichadora? Una mujer que a cambio de sus encantos hace que el cliente consuma más licor y drogas. Como incentivo de esto, el jefe del Bar le entrega una ficha; un vale de dinero que, al terminar la noche, canjea luego. Por copa, yo lo sabía, una ficha valía cinco soles netos. Si el cliente pedía más licor, eran más fichas. Todo era dinero. Ella vino de la selva, del Rio Napo, huyendo del desempleo y el poco trabajo. Su padre, me contaron, sembraba plátanos. Pero por conseguir más, una vez, acepto sembrar marihuana a destajo. Al final, aunque se construyó su casa, lo apresaron. Y desde ese momento, pensó en emigrar, Milagros. Y vino a la capital, como es obvio que vienen todas las mujeres por un futuro mejor. Y lo que ell